Ser Catequista por 30 años. Por Cristina D’Auria

El Santo Padre dijo que: «el Ministerio de la Catequesis es un don del Espíritu Santo, antiguo y siempre nuevo, fundamental para la transmisión dela fe».
Pasé por todos los niveles, comencé con un primer año en la casa de la flia Damiano, en el mismo lugar donde yo recibí mi catequesis de la mano de Margarita Damiano, con un grupo de niños precioso.
Traté de formarme aprendiendo de compañeras con mucha experiencia, destaco entre ellas a Chiquita Testa de una generosidad enorme, y muchísimos cursos. Y así descubrí que mi fe, que yo creía grande, era muy pequeña y que mi amor hacia el Señor, cuanto más lo conocía, más crecí aporque: NADIE AMA LO QUE NO CONOCE.

Es un don… don que a mí me costó encontrar.
Allá por el año 80 y algo, el P. Matonte, el queridísimo P. Matonte, habló conmigo para invitarme a ser catequista y yo muy asustada rechacé la invitación, porque entendía que era una misión demasiado difícil. Un tiempo después, ante su insistencia, accedí, y aquí estoy, amando cada día más mi tarea.
Llegamos con ese grupo al encuentro con Jesús Eucaristía, después de tres años de trabajo; el crecimiento del grupo y el mío, espiritualmente,fue increíble. Yo cada día más enamorada de Jesús que fue el capitán absoluto y el que llevó y lleva el timón.
Después, el P. Matonte, consideró que era necesario que estuviera al frente de un grupo de pequeños de 5, 6 y 7 años, los que aún no entraban formalmente a la catequesis. Yo tuve alguna experiencia como maestra en jardines de infantes ya eso apelé.
Fue hermosa esa tarea, hablar de un Jesús casi desconocido como un amigo más y de una mamá,María, madre de Jesús y madre nuestra despertaba en ellos las ganas de conocer más y más ya prendimos que haciendo silencio podíamos escuchar a Jesús en nuestro corazón, y entre juegos, paseos y canciones fuimos descubriendo las bellezas de la Divina Creación.
Y llegaron momentos duros a mi vida, entonces hice un paréntesis y pasó un tiempo…
El P. Matonte ya no estaba. En su lugar como párroco el P. Gabriel me impulsó a retomar la catequesis pero desde otro lugar, lugar que ocupo actualmente, por la Gracia de Dios, la catequesis de adultos.
Para poder acompañar, escuchar y anunciar,necesitamos primero profundizar nuestra relación con Jesús, pedir al Espíritu Santo la ayuda para ello, que crezca nuestra fe y así con nuestra vida enriquecida, estar aptos para la tarea. El Señor nos envía y nos fortalece, somos Enviados y Testigos del Resucitado.
Pasé por todos los niveles y todos me marcaron.
La frescura, espontaneidad y maravilla con que los niños reciben el Anuncio, y la madurez,profundidad y entrega con la que lo reciben los adultos.
Todo me ha ido formando.
¡Gracias, Señor, mi vida no sería sin Tí!
Cada día, esta misión, renueva y aumenta mi fe en Dios Padre, en Dios Hijo y en Dios Espíritu Santo. Siempre bajo el amparo amoroso de María Santísima.

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